Si algo nos queda claro tras
terminar la cuarta temporada de The
Americans es eso, todo se hace por y para la familia. Las decisiones que
tomamos, como actuamos y nos comportamos frente a la sociedad.
Spoilers a partir de este momento.
Solidez es el adjetivo más
acertado cuando hablamos de este maravilloso drama. Y alegría al enterarse de
que tendremos dos temporadas más y un final como Dios manda, que no me fiaba,
ni lo hago, de FX desde lo de Damages.
La temporada se ha articulado
alrededor de dos grandes acciones. Primero la ejecución de Nina, totalmente
inesperada para mi, pero que daba por terminada una trama que, realmente, no
daba más de si. Un paso inteligente por parte de los guionistas, que continúan
arriesgándose en sus elecciones. El otro punto de inflexión llegaría con Martha,
y esa maravillosa Alison Wright regalándonos los momentos más frágiles de la
serie. Su personaje podía resultar cansino a veces, pero su salida de The Americans ha sido tan potente que la
ha dejado, incluso, un poco descabezada en una trama final bastante anticlimática,
con cosas que quizá no terminaban de interesarnos tanto pero que nos dejan con diatribas
muy interesantes de cara al próximo año.
Principalmente el hecho de
¿Volvemos a casa? y ¿Volvemos con nuestros hijos?. Al final Philip (con sus
tonterías de seminario”) y Elizabeth (con sus gabardinas) solo son capaces de
mirar por sus hijos, y aunque cada vez dudan más de su trabajo y motivaciones,
están muy cómodos en América y dudo mucho que quisieran volver a su madre
patria, por mucho que arrastrar a sus hijos hacia un país que saben muy diferente
a EEUU tampoco sea la mejor opción.
Paige continúa con su evolución
hacia una nueva agente de la KGB
y su coqueteo con el hijo de Stan comienza a saltar todas las alarmas. Alarmas
en posición para que todo estalle al inicio de la próxima temporada.
Mención aparte para las insulsas
apariciones de una liadísima Margo Martindale en la temporada, donde aparece en
dos escenas alejadas sin ningún tipo de importancia. También para el embarazo
de Keri Russell (del que habrá una entrada próximamente) y que ha hecho que la
actriz se pase más de media temporada con la gabardina puesta y detrás de los
objetos más variopintos.
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