La serie más arriesgada de las
networks ha llegado a su final, solo tras tres temporadas y 39 episodios que
nos han hecho disfrutar muchísimo con unos personajes bien definidos, nos ha
hecho contrariarnos con historias perturbadoras e incluso nos ha aburrido con
secuencias oníricas que se dilataban demasiado en tiempo.
Si algo me pasaba con Hannibal era que nunca sabía por dónde
hincarle el diente, quizá porque no tenía definida una estructura clara, como
suele pasar con las series de Bryan Fuller. He de decir que me costó muchísimo
ver en su papel del caníbal a Mads Mikkelsen, no porque no lo valga, que
realmente sí, sino porque me había maravillado tanto el trabajo de Anthony
Hopkins que no quería ver a otro en ese rol. Por eso no pasé de un piloto que
no llamó la atención hasta que decidí ya con dos temporadas emitidas ponerme al
día. Ya no es que no me llamara la atención, es que me daba miedo seguir una
producción de Bryan Fuller, más que nada porque no quiero empezar algo que me
cancelen de forma abrupta al final de la primera temporada.