Steve Carell deja la oficina más famosa de la televisión, y con él se va buena parte de los mejores momentos vividos por esta serie a lo largo de ya siete temporadas.
Michael es quizá el personaje que más ha evolucionado desde los inicios de la serie y entra dentro del marco de perdedores que no son capaces de hacer la o con un canuto pero que nos caen de puta de puta madre, pero con su salida de The Office deja a la serie en una encrucijada.
Bien es cierto que muchas series han sobrevivido a la ausencia de su principal protagonista durante varios años más como Charmed o C.S.I Las Vegas, pero en este caso el protagonismo de Carell es tan grande que presupongo se necesitará de una gran revolución para que las cosas sigan funcionando, y creo que Will Ferrell no es el indicado para este menester.
Sobre la despedida quiero decir que me ha dejado un poco helado, esperaba algo más, a un Michael mucho más ácido, cabroncete y picajoso, no a un Michael que lo pasa mal porque se tiene que ir y no soporta la despedida. Me gustó infinitamente más el episodio 7x21, el de los Dundies, con el que me reí como hacía tiempo con esta serie (el cold opening es espectacular) y que fue mucho más emotivo que este al final.
¿Cuál ha sido el secreto del éxito para la serie hasta ahora? Dosificar a los personajes, sobre todo a los secundarios, pero es que este año están también dosificando mucho hasta a Pam, Jim y Dwight y creo que eso se revertirá en los nuevos episodios, donde veremos seguro muchas más escenas con los personajes que todos conocemos por el riesgo de fuga de espectadores.
Ahora la pregunta está clara ¿Aguantará The Office el envite de la marcha de su principal protagonista? Todo parece apuntar que sí, primero por la coyuntura de su cadena, segundo por que es su sitcom más vista con mucha diferencia respecto a la segunda, y tercera y más importante, porque aun puede aportar mucho más.