Spoilers a partir de este punto.
No podría estar más de acuerdo, de nuevo, con Nahum de Diamantes en serie cuando asegura que el visionado de la serie es un acto de fe, enorme, añadiría yo. Reconozco que estamos tan cerca del final que poco puede importar ya hacia donde deriven las tramas, pero si esta fuese otra temporada más y no supiésemos que acaba en un puñado de semanas yo me bajaría del carro ahora mismo, sin dudarlo, por eso también entiendo a los seguidores que están inmersos en el mundo Lost y el episodio de la semana anterior les pareció la repanocha, aunque estos son los que en realidad deberían tener las expectativas más altas.
Esta vez se nos ha brindado un clásico episodio de Lost, la trama paralela ha confluido al final y se ha mezclado con la que vivimos semanas atrás con Sayid, volviendo otra vez a la dinámica del mafioso padre de Sun y todos los problemas que hay que soportar por ser coreanos, mientras tanto en la isla los guionistas siguen empeñados en separar a los dos asiáticos en un amor imposible continuo, que a mi personalmente me resulta cansino, y de la serie ahora mismo lo que menos me interesa es si se reúnen o no, aunque la cuota de trama sentimentalista con este tema está más que cubierta. El golpe de Sun y el pretexto de la perdida del habla en inglés me ha parecido un poco demencial, muy de los 90’s, y ha sido un recurso que, de momento, no nos ha llevado a ninguna parte, solo nos ha mostrado la desesperación patente de dos personajes que van a la deriva si no están juntos.
La trama del Locke no ha variado en absoluto, sabemos que quiere salir de la isla y reclutar a todos los candidatos, y que hará lo que sea por conseguirlo, aunque parece que no lo va a tener nada fácil, de momento ya le ha declarado la guerra a Widmore, y no se si estarán en igualdad de condiciones, pero la trama necesita urgentemente un detonante que haga saltar por los aires la estructura narrativa y que nos adentre de verdad en la recta final de la serie de una vez por todas.
Por mi parte, no espero que esto se convierta en una crítica semanal a una serie en horas bajas, porque no es el sentido de estas reviews, Lost tiene muchas virtudes, y quizá por ello sus fallos son mucho más noticiables que en otras producciones, esto es en parte por culpa de los fans, que construimos castillos en el aire, pero también por culpa de la cadena, que crea un desmesurado buffer alrededor de la serie con infinidad de promociones que luego no cumplen esas expectativas. Pese a todo está claro que el sabor amargo de la sexta temporada no va a desaparecer del todo con estos últimos seis episodios, pero un postre dulce seguro que nos ayuda a digerir mejor todo lo que hemos estamos comiendo. La cuenta atrás ha llegado, y ahora va en serio.