19 de abril de 2016

La experiencia completa



Ver The Girlfriend Experience te deja con un cuerpo raro, inquieto ante la pantalla, y es una sensación que se va enrareciendo con el paso de los episodios. Parece que la serie vaya evolucionando y no sintiéndose cómoda en un único registro. Sin duda un soplo de aire fresco en la ficción de este año. ¿Una maravilla? Tampoco tanto, pero sí algo que no te esperas, y eso ya es mucho.

No lo considero spoilers, pero alerto a los más precavidos.

El título de la serie no me llamaba para nada la atención en un primer momento, ni tampoco la película de Soderbergh por mucho Soderbergh que Soderbergh sea. Por eso mi intención era no hacerle mucho caso. Pero vi el piloto y no me pude resistir a echarle otro vistazo, y luego otro, hasta que terminé la temporada casi sin darme cuenta. Trece episodios que apenas duran 21 minutos si descontamos créditos y resúmenes. Y entre esos trece casi podemos encontrar tres series totalmente diferentes.

Los dos o tres primeros episodios bien podrían encajar en la parrilla de Showtime, es más, fue lo primero que pensé al verlos. Estamos ante una dramedia típica de esa emisora con toques de prostitución, un poco de sexo y unas gotas de cinismo. Eso me dije, pero no. Todo empieza a desbaratarse poco a poco en la vida de Christine, una fantástica y muy expuesta Riley Keough, la típica actriz que parece normalita cuando va al trabajo pero un pibón cuando se arregla para sus encuentros. Ella es el alma de la serie, y su viaje actoral se va volviendo más exigente con el paso de, no ya los capítulos, sino los minutos.

Del drama ligero de los primeros episodios pasamos al thriller del segundo tercio de la temporada, con Christine siendo asediada por los acontecimientos que culminan en un muy bien articulado episodio 9. Otro que hace estallar lo preconcebido y cambiar el rumbo de la serie.

Y ahí es cuando el discurso se llena de matices y diferentes capas y cuando, de verdad, el personaje de Christine comienza un viaje sin retorno hacia una espiral que, aunque parezca que la va a destruir, quizá es lo único que consigue hacerle ¿feliz? ¿satisfecha? ¿realizada? ¿bien pagada?. Y a mi eso es lo que me perturba, y me deja con mal cuerpo, con un sabor de boca extraño. Y sino fijaos en el episodio 13 cuando lo veáis, ese ejercicio brillante de sobreexposición y autocontrol del personaje, esa confianza que hace que Christine no sea la estudiante de derecho que comenzó coqueteando con la prostitución, hace que Christine sea la mujer que desea y vive plenamente la experiencia completa.

2 comentarios:

Ana García dijo...

Me ha encantado la serie, de principio a fin... Todo encaja, todo cuadra... Ella fantástica, pero todo a su alrededor ha sido perfecto.

seriéfilo dijo...

Ana: Ha sido la sorpresa de la temporada para muchos. Yo por lo menos no me lo esperaba.

Saludos