10 de septiembre de 2015

Una catástrofe que en realidad no lo es



Hoy quiero hablaros de una serie pequeña, casi casi en todos los aspectos. Pequeña en duración, sólo 6 capítulos de menos de media hora, pequeña en personajes, los dos principales y algún que otro recurrente y pequeña en presupuesto pero ambiciosa en cuanto a su guión y el desarrollo adulto de las tramas.

Lo único que tenéis que saber de la premisa es que una irlandesa y un americano se encuentran en una ciudad y deciden tener relaciones sexuales. El americano, que estaba en Inglaterra por cuestiones laborales vuelve a su país, y ella le llama por teléfono para decirle que… está embarazada.

Desde luego nada nuevo, pero esperad, porque el desarrollo de esta historia es bastante interesante y su enfoque muy destinado quizá a la generación de aquellos que en la treintena o casi cuarentena, ven como su vida no va hacia ningún lado y creen que deben coger ese último tren antes de que sea demasiado tarde.


Y con eso funciona la serie, renovada ya por una segunda temporada, con la narración de la aclimatación de Rob a su nueva realidad lidiando con una mujer embarazada que apenas conoce e intentándose abrir paso en un ambiente que no es el suyo propio. Del otro lado está Sharon, que con un embarazo geriátrico no sabe cómo afrontar la nueva relación y debe integrar en su peculiar familia y círculo de amigos a Rob sin apenas saber quién es.

No esperéis grandes carcajadas ni golpes de efecto, esto va de otra cosa. A pesar de eso, atentos a las apariciones de Carrie Fisher como la madre de Rob o Tobias Menzes (el Jack Randall de Outlander) como el bastante perturbado ginecólogo del bebé.

Quien esté cansado de las risas enlatadas, del puritanismo de las sitcom americanas en abierto y quiera una historia más madura, encontrará en Catastrophe un pequeño soplo de aire fresco.

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