Me ha costado ver las dos últimas temporadas de Shameless, de verdad que sí. Puede que no superara la marcha de Fiona, o puede que los guionistas pusieran velocidad crucero y no quisieran saber nada más. ¿Para qué engañarme? Ha sido más bien lo segundo.
Cuando una serie te ha dado tanto a nivel personal, es preciso despedirse de ella. A mi Shameless siempre me ha parecido miel, miel de la buena. Cruda, como la vida, ácida, descarada, nada moralista y con un “al final tu familia está ahí” que puede parecer un horror, pero era un acierto. Era un acierto porque no era una familia edulcorada de sujetarte el hombro o secarte las lágrimas… era una familia de despertarse por la mañana y pelearse por el Poptart de turno pero, al salir por la puerta, guiñarte el ojo y saber que, en el fondo, estaban.
Los guionistas han hecho de las dos últimas temporadas una continuación sin mucha salsa. Los personajes estaban definidos y no han ido a ningún lugar. A lo sitcom de veinte minutos. Se lo comentaba a la gran Diana, que con ver los últimos tres episodios de la serie bastaba, que iba a enterarse de todo. Joder, eso en Shameless no pasaba.
Spoilers sobre la temporada final de Shameless
Y llega el final y te parte un poco el alma, te deja vacío porque llevas once años acompañando a esos personajes.
En los flashbacks de un Frank moribundo ves imágenes de los primeros episodios y te das cuenta que, ha pasado muchísimo tiempo.
Te parte el alma porque sabes que Frank iba a morir, que sus hijos no iban a echarle de menos y que el mundo es mejor sin él. Pero esa muerte por CoVid, esa silla que se eleva y que, con muy mala hostia, hace un repaso por un futuro no demasiado fácil para la mayoría de sus vástagos es oro.
Por ello he decidido escribir sobre la serie y desempolvar el blog, mr_c me ha dado el empujón final. Tantas veces comentando la serie junto a ellos y al gran satrian no podía terminar sin una despedida.
Emmy Rossum no ha aparecido en el final, sí su imagen en temporadas anteriores, pero ni rastro de la actriz. Aunque se la ha recordado. Ese es quizá el punto más flaco que nos deja esa final que te hace reflexionar, pero sin pesadumbre. Al puro estilo South Side.
Frank, elevándose en la silla hacia el cielo, es el anti Mary Poppins, ni un poco de azúcar. Solo mala leche. Se arrepiente de las juergas que no se ha corrido, y joder, con lo que estamos viviendo, yo, seguro que el día que me vaya, pensaré lo mismo.
Pd: Prometo volver, de vez en cuando.