Eso de recuperar pasajes de la historia para convertirlos en culebrones postmodernos nunca ha sido lo mío, ya que siempre he huido como alma que lleva el diablo cuando he intentado ponerme a visionar alguna de estas producciones que ahora están tan de moda. The Tudors, con su estreno tardío en España y su arrollador éxito de audiencias está demostrando que una buena ficción de cable, puede triunfar en una cadena generalista española. Y digo buena ficción porque tiene una trama cuidada, un buen ritmo narrativo a pesar de los más de cincuenta minutos por episodio y un casting más que atractivo, pero verosimilitud, de lo que se dice verosimilitud anda bien escasa. El sueldo del historiador se lo gastaron en maquillaje, o en el plus de las actrices que cada 35 minutos destapan sus tetas saltarinas, aunque claro el cliché apelativo es siempre y será de la Paquin.
No soy ningún necio, y sé perfectamente que los productores de la serie no buscaban relatar una obra pegada a los acontecimientos ocurridos realmente en el siglo XVI, pero si se utiliza el nombre y la vida de personajes históricos que todos conocemos, lo mínimo sería iniciar la historia desde un punto vista creíble, o en su defecto contar una historia alejada del tiempo actual sin hacer referencia a ningún hecho histórico conocido, aunque eso sea mucho más difícil de vender.
Enrique VIII y Catalina de Aragón se casaron tras la muerte del hermano de este que acababa de casarse con Catalina pero que no pudo consumar su relación por la severa enfermedad que sufría, esto propició que el casamiento del monarca fuese válido para la iglesia católica, porque lo de que unos cuñados se casasen entre ellos no era el pan de cada día. Hasta ahí la serie acierta sobremanera, pero se empieza a desestructurar de tal forma a partir de la premisa que tuve que bajarme del caballo y no volver a montar nunca más tras el tercer episodio. Y una buena parte de culpa la tiene esta magistral escena.
Catalina de Aragón, nacida en Alcalá de Henares y criada en Granada hasta los 15 años no es capaz de pronunciar correctamente ni una sola palabra en castellano, por no hablar de los emisarios venidos de España. Es cierto que aislada, la escena puede incluso provocar la carcajada y los americanos no se dieron ni cuenta, pero que una historia de estas épicas características nos deleite con semejante patinazo no es de recibo, ni de Showtime.
Por no hablar de la diferencia de edad entre los personajes, en la vida real Enrique y Catalina se llevaban tan solo 5 años y medio, mientras que en la serie él aparece como un imberbe monarca y ella como una señora respetable que pasa la cuarentena, al inicio de la producción Maria Doyle Kennedy contaba con 42 años y Jonathan Rhys Meyers con 29, ahí es nada. Y no me pongo tiquis-miquis al hablar del dudoso casting realizado para dar vida a unos personajes que a menudo se encuentran en las antípodas de lo que sus caracteres reales representaron.
Sé que The Tudors no es un vehículo histórico que pretende enseñarnos la vida y milagros de la corte de Inglaterra en el Siglo XVI, tan solo una serie de televisión que adopta la tumultuosa vida de uno de los monarcas más polémicos de la historia. A mi no me ha convencido, llamadme puritano, pero esto de Showtime no me lo esperaba.
Y miedo me da la adaptación de Los Borgia.
7 comentarios:
Totalmente de acuerdo contigo: muchas meteduras de pata, aunque yo prefiero llamarlas licencias. La trama de la hermana de Enrique es prácticamente ciencia ficción. Pero como bien dices, llega un momento que tienes que "bajarte del caballo", lo cual yo entiendo como: vamos a olvidarnos de lo que sabemos, o lo vamos a intentar... y vamos a disfrutar de la serie. Que, como también señalas y como también comparto: está muy bien hecha.
Espero que siga triunfando en TVE. Veamos si es verdad que este país también aprecia la Tv "decente".
Rechazar una serie tan exquisita por detalles tan nimios como el aspecto físico o la edad es cuanto menos ridículo. Si te quejaras de cambios importantes lo entendería, hay a quien le molesta no estar viendo un documental, sino ficción adaptada como mejor se puede. Pero es que vaya tela con la crítica.
Vanessa: Espero que siga triunfando en TVE y que esto abra un camino hacia otras nuevas propuestas. Si The Tudors está bien, hay otras series realmente buenas que merecen un trato igual que esta.
Warren: La critica está basada sobre estos aspectos secundarios, pero la valoración de la serie es positiva, no es una serie que yo vaya a seguir fervientemente, pero es un buen drama de intrigas palaciegas, que en su conjunto es lo que pretende.
Pues mira, justamente esta noche iba a empezar a verla. Puse el primer capítulo, vi 5 minutos y me dije: ¿Qué hago viendo esto si aún no he visto Roma? ¿Qué he hecho? Cambiar de DVD ;)
The Tudors quedará para más adelante.
¡Saludos!
Mfal: Cuando la veas más adelante ya me contarás. Pero claro es como primero ver la formula uno y luego pasa a la gp2...
He comprendido el mensaje ;)
Lo que pasa, es que los ingleses no aceptan a otros actores de otros países mas que a puros ingleses.
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