La nueva serie de Ron D Moore
tenía que ser lo más, vamos, cualquier seriéfilo que se precie sabe que él es
el peso pesado, el creador de historias, el que nos trajo Battlestar Galactica,
tampoco hace falta decir más. Y por cierto, no el que nos trajo Helix, como
quisieron vender los listos de SYFY, puesto que ahí solo ponía el dinero, nada
más.
Pero tras ver el piloto te quedas
con una sensación ligeramente cálida que no te hace plantearte muchas
incógnitas gracias a una presentación que no brilla pero que funciona
perfectamente como tal. De los 63 minutos, la primera mitad es quizá la más
lenta, y la segunda nos presenta todo el conflicto con el que tendrá que lidiar
esta enfermera de la II guerra mundial en un mundo medieval en el que las
mujeres están de más.
La presentación de los personajes
es excelente, el mundo interior de Claire nos atrapa, y su coraje y valía hacen
del personaje todo un acierto. Ella es sin duda la gran protagonista de la
historia, y el centro un triángulo amoroso que se vislumbra y que tiene a dos
varones que todavía deben demostrar su valía. Los decorados son espectaculares,
sobre todo los exteriores, y la dirección no está mal. El guión está firmado
por Ron y se nota, porque fluye bastante bien y además porque no se emperra en
mostrarnos una aclimatación excesiva de la nueva realidad a la que Claire debe
hacer frente, y eso es de agradecer, básicamente porque lo hemos visto en mil
seiscientas series antes.
Quizá lo que ocurre es que peca
de previsibilidad, ese salto temporal venido como de la nada, por muy mágico
que sea el entorno, y el alter ego de su marido en el pasado son efectos
dramáticos un poco pasados de rosca en 2014. No sé, quizá en 1991 cuando se
publicó la novela en la que está basada la serie no, pero ahora parece un tanto
pueril. Y la verdad es que por eso no sé si es que la fuente de inspiración, es
decir, la novela, no es precisamente un gran cultivo de historias interesantes,
que directamente no soy el público target para una serie de este tipo o que me
esperaba algo más moderno y rompedor, algo quizá más adulto.
Y digo todo esto sin saber nada
acerca de la calidad de las novelas de Diana Gabaldón pero sí sabiendo como Ron
es capaz de reimaginar un contenido y conferirle un tono mucho más interesante.
Desde luego y por lo menos se aleja de las series-tipo de Starz y juega a algo
más elaborado y menos efectista, y por efectista todos sabéis a qué me refiero.
Todo esto es lo que no me ha
hecho explotar, y yo quería explotar. Sabía que no me iba a encontrar con un “33”,
aunque esperaba encontrarme con un “33”. Y de aquí viene que el resultado del
piloto solo sea el de ligeramente cálido, y he de decir que estoy convencido de
la cosa va a mejorar, y aunque no tenga claro que las peripecias románticas en
el siglo XVII de una enfermera de los años 40 sea un trama que me llame la
atención o me atrape creo que en los próximos 15 episodios habrá mucho
recorrido para ver si Ron lo consigue.
Con esto quiero decir que Outlander
es un obligado o debería serlo y que por supuesto lo voy a dar ese margen de
tiempo para poder rendirme a sus pies, o por lo menos decir que es buena pero
no es para mí. Digamos que ha sido una cita con potencial, con una chica guapa
y que tiene posibilidades pero que no ha sido un flechazo, quizá por los
nervios, y la despedida ha sido dos besos en la mejilla y no uno en la boca,
pero hemos vuelto a quedar para la semana que viene, a ver qué tal.
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