3 de diciembre de 2013

La pérdida del hogar.



En estado de shock. Así es como uno se queda al terminar de ver la mid-season finale de The Walking Dead. Un capitulo intenso, al menos sus últimos 25 minutos, lleno de acción, destrucción, bajas y confirmaciones.

Esta temporada he oído muchísimas críticas hacia la serie que me cuestan comprender, cabe decir que lo primero que me llama la atención es su audiencia, que arrasa en EEUU y también en España. Esta no es una serie fácil de ver, aunque si fácil de seguir, pero ya por su temática muchos espectadores deberían sentirse rechazados, pero no lo hacen. Está claro que su audiencia es mayoritariamente joven, pero su seguimiento es un fenómeno sin precedentes para el cable básico que perdura un año más.

Spoilers sobre la primera mitad de la temporada.



La confrontación final entre el gobernador y Rick iba a tener que producirse tarde o temprano y aunque quizá el punto álgido haya sido épico, hay situaciones que no me han dejado satisfecho por sus incoherencias.
                                                                                       
Creo que los creadores han tenido la necesidad de relatar las experiencias del gobernador al terminar con su antiguo campamento y eso le ha gustado a mucha gente, aunque a mi me pareció anti-climático, y quizá fuera de lugar, porque todos sabíamos ya quien era el personaje, como se las gastaba y hasta donde podía llegar. Su fanatismo y su locura le llevan al irremediable final de su muerte, eso claro, si está muerto, porque tiene más vidas que un gato y el plano de sus sesos desperdigados no nos lo han regalado. ¡Qué se le va a hacer!



El éxodo de la cárcel sí era necesario, primero porque la trama se estaba estancando allí, y segundo porque la serie necesitaba movimiento, algo nuevo, la búsqueda de otro lugar, un nuevo comienzo para la segunda mitad de la temporada que ha visto como dos grandes personajes la abandonaban, Carol y Hershel. Dos grandes bajas, sin duda, la primera quizá inexplicable, y la segunda muy dolorosa, por su final y porque el personaje funcionaba como la válvula moral y el cerebro que calmaba a los demás personajes, la voz de la experiencia que se ha apagado.

Y quizá por eso la gente sigue enganchada a la serie, a los guionistas no les duelen prendas al terminar con personajes de ese calado, y eso no lo hemos visto nunca antes en ninguna serie, en esta producción no se depende de los actores, sino del avance de la trama horizontal que es la huída, una huída casi siempre atropellada que no entiende de esperas ni de débiles.

Ahora The Walking Dead debe volverse a reinventar, dejar de lado el fantasma del Gobernador, que no da más de si y centrarse en la nueva supervivencia. Febrero queda cerca.

4 comentarios:

Renaissance dijo...

Es normal que con los protagonistas asentados en un lugar fijo la acción se ralentice bastante, pero aún con todas las irregularidades típicas de la serie, me gustó la forma de llevarlo.
Eso sí, en el gobernador procuro no pensar mucho porque muchas de sus reacciones me parecen un poco arbitrarias.

seriéfilo dijo...

Renaissance: Si. Toda la razón, y el hecho de que Michonne no lo remate por segunda vez... Hay cosas que no tienen sentido.

María Florencia dijo...

No quiero leer para no comerme ni un spoiler :D

La cuestión es... ¿la sigo viendo o no? Está en tus manos. xDDD

seriéfilo dijo...

Si, si y si. ¿Por dónde te quedaste? Lo digo porque, evidentemente, si avanzaste y no te gustó ahora no lo hará. :)